martes, 30 de septiembre de 2008

Capitulo 3

Hola de nuevo. Hoy es martes, 30 de septiembre, por lo que el tercer capitulo queda cerrado y se abre uno nuevo. Como introduje en la anterior entrada, este capitulo es de "desarrollo". Lo que conlleva que no se pueden introducir más personajes principales. Los protagonistas no cambiarán y en las continuaciones que escribais, no puede morir ninguno, por ahora. Muchas gracias a todos y procurad que la acción avance. Subo el capítulo 3, escrito por vosotros. Os recuerdo que podeis colgar vuestros escritos en los comentarios o enviarmelos: eljacker2@hotmail.com
Este cuarto capítulo se cerrará el día 14 de octubre, martes; y se abrirá uno nuevo el 15 de octubre, miercoles.
Disfrutad escribiendo.


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Mientras pensaba aún en la situación oyó un leve susurro seguido por unos pasos que se acercaban. Ya había supuesto que estaría en una habitación, pero como se acababa de despertar, no tenía ni idea de dónde estaba la puerta, ni cuán grande era la estancia.
Se removió temeroso de lo que podía pasar a continuación.
- Anda nene -oyó una voz que no supo calificar de femenina o masculina: podría ser una mujer con la voz grave o un hombre con voz aflautada-. Deja de moverte y abre la boca; supongo que las tripas te habrán avisado de que es hora de comer...
La verdad era que no, no lo habian hecho.
- Oiga... ¿Podría decirme dónde estoy? -preguntó, pero ya se imaginaba la respuesta.
- ¿Por quién me has tomado? Desde luego que no te lo puedo decir. Bueno, de poder sí que puedo, pero no lo voy a hacer.
- Vale, comprendo. Menuda parida pedirle a un secuestrador el sitio donde uno se encuentra, ¿no?
- Tu lo has dicho, nene. Anda, cómete esto. No puedo ni desvendarte los ojos ni desatarte las manos o sea que tendré que dártelo yo... ¡Quién se lo iba a imaginar!
- ¿Puedo saber qué me dará?
- Adivínalo tú.
El desconocido le dio el primer bocado. Tenía una textura algo viscosa y no sabía muy bien... pero era mejor que nada. Seguro que su mamá hubiese cocinado aquel plato (fuese lo que fuese) mucho mejor...
De repente se dio cuenta de sus propios pensamientos. ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¿Dónde estaban?

Jorge miraba distraídamente por la ventana. En toda la noche no había parado de darle vueltas al asunto: Mike. ¿Qué estaba pasando realmente? No terminaba de creerse la versión de Alice, por primera vez en años desconfiaba de ella, su aptitud le parecía sospechosa. Su compañera del costado le dio un codazo para que volviese al mundo.
La profesora había llegado. Espera un momento… ¿la profesora? Jorge frunció el ceño, ¿y Guillermo, que había pasado con el amable profesor de filosofía? Por la clase se escucharon susurros que comentaban el buen parecer de la profesora.
- Buenos días chicos.- tenía un acento extraño, del norte.- mi nombre es Giselle y vengo a sustituir a Guillermo Fuentes. Vuestro antiguo profesor tuvo anteayer un accidente subiendo las escaleras y estará de baja por un tiempo indefinido.- hizo una pausa para escrutarlos a todos, buscando a uno especialmente.- Yo os calificaré de otra manera, será solo un examen por trimestre, y un trabajo más los libros que escriba a continuación en la pizarra.
Se giró y apuntó rápidamente con una perfecta caligrafía; “Psicopatología de la vida cotidiana”, Freud y a continuación “Caníbales y reyes”, Harris.
- Os examinaréis de estos dos libros a final del trimestre, y os aseguro que no os valdrá con leeros un resumen.- se aclaró la garganta.-Ah, se me olvidaba, quien suspenda los libros suspenderá el trimestre y quien no me entregue el trabajo no tendrá derecho a recuperación. ¿Alguna pregunta?
- Pues sí. Te has pasado, guapa, yo no voy a hacer eso, estas loca si piensas que es justo explotarnos de esa manera.-Era un chico desaliñado de la última fila. Giselle asintió y sonrió con dulzura.
- Es verdad, quizás sea muy dura para alguien sin cerebro ni aspiraciones, y por supuesto, tampoco educación, como tú. Así que te quito el peso de esta horrible clase. Venga fuera, sal por esa puerta, y no te molestes en volver a entrar. Estás suspendido por el resto del curso, ya que tomo esto como abandono de materia. Y teniendo en cuenta que con una asignatura no pasas de curso, puedes tomarte el año sabático si quieres, de todas formas vas a repetir…
El joven recogió las cosas y salió del aula dando un sonoro portazo. Todos los alumnos siguieron su recorrido con la mirada. No se oía nada, no se arriesgarían a ser los siguientes. Parecía que iba a empezar una verdadera pesadilla. Jorge tragó saliva, esa mujer apenas unos míseros años mayor que ellos, parecía realmente dura.
- ¿Alguien tiene algo que objetar?- nadie se digno siquiera pestañear.- muy bien, así me gusta, habéis pasado la prueba.- comenzó a reír.- veréis: no habrá trabajo, los libros los leeremos en clase a lo largo del curso y no habrá que hacer examen, sólo comentarios de texto. Quería quitarme a los chulos de en medio.
El ambiente de la clase se descongestionó de pronto, como si hubiesen quitado un tapón y la tensión hubiese escapado. Jorge dejó escapar un suspiro ya no había de que preocuparse, aunque estaría alerta, algo en ella le ponía el vello de punta.
La clase pasó amena y algo parecido a divertida. Antes de que se diese cuenta ya estaba tocando el timbre. Quería aprovechar para hablar con Carlos, a ver si él sabía algo de Mike, a lo mejor a él le había informado de su repentina ausencia. En cuanto la profesora salió por la puerta se levantó y fue en busca de ese extraño muchacho.

Ángela balanceaba las piernas infantilmente, adelante y atrás, sentada sobre la mesa. Mordisqueaba parsimoniosamente la capucha de un boli mientras miraba por la ventana. En eso era igual que su hermano, era la forma más fácil de distraerse, mirar el paisaje. Estaba preocupada por Mike. Un año atrás quizás le hubiese dado igual su situación, pero ahora no. ¿Por qué tenía que desaparecer justo cuando iba a confesarle sus sentimientos? Ya era mala suerte. Bajó de la mesa de un salto y se echó la mochila al hombro. Iba a pasar de las dos últimas horas de clase, por un día no iba a pasar nada… y estaba muy nerviosa. Anduvo con prisa por los pasillos y sin querer se chocó con alguien. Levantó la cabeza para encontrarse con unos feroces ojos azules que la miraban acusadora.
- Perdón.
- Tranquila, no pasa nada Ángela.
Ella asintió y siguió andando. Se paró en seco al darse cuenta que era la primera vez que veía a esa chica… y ella sabía su nombre. Se giró de golpe pero no estaba, se había esfumado como por arte de magia.
Más inquieta que antes echó a correr, iba a encontrar alguna pista, aunque le fuese la vida en ello.

Carlos vio a Ángela correr y salir del instituto. Estaba en el terrado esperando a que eso ocurriese, todo marchaba según lo planeado. Ya solo quedaba uno… y caería pronto, detrás de él iba la mejor del equipo. Dio un salto y se tiró al vacío. Cayó grácilmente como un felino, sin un solo rasguño. Le encantaba su nueva condición, había valido la pena vender a su mejor amigo por ello. Se sentía cruel, inhumano… aunque poco ya quedaba del antiguo Carlos.
Torció la primera esquina a la derecha y siguió sigilosamente a su presa.

El ayuntamiento de la ciudad había decidido desmantelar el parque de atracciones. Veinte años antes había sido un lugar de esparcimiento habitual, sobre todo en las tardes juveniles: atracciones ligeras y coloristas –con incluso algún toque psicodélico, esos años-, conciertos de ídolos en promoción, bonitas vistas sobre las calles de la urbe. Con el tiempo su uso fue en auge, pero las atracciones habían caído en una decadencia inevitable y los planes de la zona pasaban por hacer un gran parque con el objetivo de acercar más la naturaleza a la vida de los ciudadanos.

Los periódicos trataron la noticia de forma neutra y los últimos días de funcionamiento, como si una depresión general hubiera asaltado a la ciudad o como si el parque se convirtiera en maldito o en un vestigio incómodo del pasado, apenas recibió visitas. A escasas horas de su cierre, en un otoño temprano y ventoso, con la luna llena recreándolo por última vez y mientras las hojas secas se enredaban entre los tornillos de montañas rusas, norias o tiovivos, las atracciones apenas funcionaban con un visitante.

Enterrarían con el parque muchas memorias, una nube de recuerdos que se difuminó casi en segundos en lo alto de esa colina a escasos cien metros del instituto y a poco más de las calles en que vivían Jorge, Mike y Carlos y que subían casi agarrándose a las piedras.

Daniel era uno de esos jóvenes que, años atrás, había sembrado risas y vida en el parque. La casualidad había hecho que a sus casi cuarenta años fuese el vigilante de seguridad nocturno en los días previos al desguace. Esa noche, bien entrado octubre, estrenaba una chaquetilla de uniforme azul corta y con botones dorados. El aire iba a ser frío de madrugada. A la altura del tren del terror se los abrochó.

El tren del terror no era más que una vagoneta que recorría raíles y estancias oscuras mientras se iban abriendo puertas con figuras de cera, se te enredaban en la cara telarañas de hilos de terciopelo y te asaltaban golpes de aire y sonidos irreconocibles. Daniel recordó al pasar enfrente la sensación que más le horrorizaba. En un momento determinado la vagoneta había de encarar una subida y de golpe algo golpeaba la trasera con un enorme estruendo mientras se aceleraba la velocidad casi inexistente. Ahora comprendía que debía de ser una combinación de una cremallera que aceleraba y un golpe de maza. Le despertó de estos recuerdos un ruido de arañazos sobre metal y unos aullidos ahogados. Iban a ser las ratas, en dos días ya se habían hecho las dueñas de los sótanos y los parterres, parecía que oliesen el abandono.

Los aullidos se acentuaron pero Daniel ya hacía la ronda por el nivel superior de atracciones y no pudo oírlos. Mientras tanto en el sótano que se abría bajo las chapas metálicas del tren, accesible sólo desde una pequeña trampilla que formaba parte del atrezzo del recorrido, un hombre rubio y trajeado impecablemente dejaba caer su tarjeta de residente. En primavera, removida ya la tierra para un jardín oriental, la cubrirían las raíces de un cedro. Nadie iba a ver ya más el nombre escrito: Adalbrecht Von Körblger.

7 comentarios:

Kyra dijo...

Jorge se dirigía con rapidez hacía su próxima clase. La nueva profesora le había sorprendido gratamente, su peculiar “presentación”. En el fondo reconocía que por un momento había visto venirse abajo sus posibilidades de aprobar, pero después de todo, no todo es tan malo como parece.
Estaba llegando a su aula pero se detuvo al escuchar unas voces que salían por un departamento. No pudo evitarlo. El nombre de su profesor de filosofía, Guillermo, que hacía las clases de lo más entretenidas, le clavó en el suelo como una estatua. Se acercó despacio, y se afirmó aun más su curiosidad al ver por la rendija de la puerta a varios profesores, entre ellos el director. Otros alumnos más que pasaban por allí, se detuvieron al verle tan concentrado junto al departamento de filosofía y se acercaron a ver que ocurría.
En la estancia interior, sin sospechar que tenían oyentes, a los que se iban sumando más, comentaban un tema peliagudo.
-… no tenía otra opción. Esa mujer ha llegado en el momento apropiado. Sus referencias son ejemplares y tiene experiencia en diferentes centros. –explicaba el director.
-Entonces no hay nada que objetar, esperemos que las cosas no se alteren y que todo lo que hemos hablado con salga de aquí, era un hombre muy querido. –dijo el jefe de estudios.
Jorge oyó como varios murmullos se alzaban a su alrededor.
-Aquí lo dejamos. La ausencia de Guillermo se hará patente durante las próximas semanas, pero espero que al cabo de unos pocos meses, Giselle se haya acostumbrado a dar clases aquí, es una excelente profesora.
-No lo dudo. –dijo la jefa del departamento de filosofía. –He hablado con ella sobre su estilo de llevar clases, y no pongo en duda de que lo hará bien.
-Bien, en ese caso, tengo que irme, aun me queda mucho papeleo y el caso de Guillermo ha sido algo totalmente inesperado. Tengo que llamar a su familia para darles mi pésame.
El corazón de Jorge dio un vuelco y un escalofrío le recorrió el cuerpo. Intento abrirse paso entre la masa de estudiantes que empezaban a correr las noticias. En breves todo el mundo sabría lo ocurrido pero, ¿qué le había sucedido?

Darkreagon dijo...

Es correcto. Espero que lo disfruteis y sigais escribiendo.

Un saludo Darkreagon.

Discos de Paseo dijo...

Intuía que la administración del centro trataría el asunto con total ignorancia y máxima discreción, así que –casi olvidando su obsesión por Mike-, decidió acudir a fuentes más certeras. Recordó que Guillermo tutorizaba un trabajo de investigación a una chica de la clase de Carlos y de Mike y hacia allí se dirigió. Tuvo que sortear a alumnos de la ESO que le obstaculizaban desde su poltrona en pleno suelo o que jugaban estúpidamente a pegarse. Recordó que esa chica se llamaba Julia Álvarez, pero alcanzado el objetivo de su aula se percató de que se había entretenido lo suficiente como para que el profesor ya hubiese empezado tras el cambio de clases. Tenían castellano, un barbudo inconsistente y malhumorado cuya única virtud era ser mínimamente ordenado en sus historias.

Tendría que ser en la hora del patio, pensó, mientras recibía la reprimenda de un profesor de guardia que sustituía precisamente a Giselle en su grupo. Le costó encontrarla después. Sus compañeros le indicaron que solía salir del instituto para ir a una cafetería que estaba un par de calles más abajo pero entre que se equivoco de calle y que la cafetería estaba a rebosar de estudiantes, no la distinguió hasta que quedaban diez minutos para que las clases recomenzasen. Iba a ser día de correr.

-Tú eres Julia, ¿verdad? –se disculpó
-Sí,- afirmó mientras lo reconocía y se extrañaba
-Te llevaba el trabajo Guillermo ¿verdad? –se trataba de ser rápido y efectivo.
-Sí –notó que tardaba unos segundos en responder-, ahora la alemana esa, claro…
-¿Y sabes que le ha pasado a Guillermo?
-¿Por qué? –Jorge no la notó a la defensiva y le dijo la verdad.
-Nada, es que he escuchado al director por casualidad y lo daba como palmado.
-Joder, qué fuerte. No sé, no sé nada.
-Le escribiste…
-Espera –lo cortó Julia-quedan tres minutos para entrar y como no nos demos prisa recibimos bronca de conserje, guardia y profe sucesivamente.
- ¿Me dejas que suba contigo? Un minuto más necesito.

Sí, estaba siendo día de correr. En ese minuto se informó de que sí, de que Guillermo usaba un mail para sus contactos con los alumnos, de que Julia había ido una vez a su casa a finales del curso anterior para recoger un par de libros y de que podía decirle casi con total seguridad cuál era su dirección, no muy lejos del instituto, la última casa antes del parque que estaban desmantelando. Corría aún por su habitación el papel en que la había apuntado a lápiz. Mañana mismo se la traía.

La despedida, corriendo por los pasillos al mismo ritmo que los profesores ponían orden le aportó un par de datos a los que no dio importancia, preocupado por acabar cortésmente la conversación.

-¿Y sobre que iba el trabajo?
-Ufff, un peñazo. Pero era muy bueno como tutor, estaba contenta yo. Iba sobre traducciones de filosofía. Me tenía que guiar por una que hizo él de un tal Von Kölberg o así. Espero que la pava esta no me lo cambie ahora que ya llevo casi la mitad.
-Pues la mitad de la nota vas a tener como no entres ya en clase Julia –precisó el amable profesor de inglés en la puerta del aula.

A Jorge aún el quedaban un par de aulas para llegar a la suya. No creo que se lo cambie, pensó, total Giselle también es alemana.

Darkreagon dijo...

Perfecto. Continuad!!!

Rose dijo...

Ángela corría calle abajo. El viento de alborotaba el pelo y se lo echaba a la cara tapándole la visión. La cuesta estaba próxima a terminarse y poco a poco fue bajando el ritmo. Se detuvo a escasos metros del parque de atracciones. Era una pena que lo cerraran, le tenía mucho cariño. Tenía una corazonada, a lo mejor era cierta... o a lo mejor no, pero algo le decía que era un buen lugar por donde empezar a buscar. Aquel parque de atracciones era uno de los lugares favoritos de Mike. Ojalá todo eso no fuese más que una paranoia sin fundamento y realmente estuviese con su padre. Lo que más deseaba en esos momentos es que esa creencia fuera cierta, pero algo en ella le decía que no era así. Una especie de empatía hacia Mike la perseguía desde hacía unos meses. Al principio no sabía que era, y todavía ahora no estaba segura de si desde un principio fue amor… sentía como si algo dentro de el le hablase. Suspiró para dejar escapar esos extraños pensamientos y saltó la valla del parque. Ya había pillado práctica, no era la primera vez que lo hacía. Calló al suelo sin muchos percances, solo un par de raspones en las rodillas, sin más importancia. Se incorporó y miró en derredor. Todo estaba inquietantemente tranquilo. Para ser tan temprano había poca luz, el cielo estaba oscuro y encapotado y algunas tímidas gotitas de agua empezaban a caer. Un escalofrío recorrió su espalda. Se frotó los brazos para entrar en calor.
Avanzó sigilosamente por el parque desierto. El escenario era el propio de una película de terror. El viento agitaba las rabas de los arboles, las hojas hacían remolinos en el suelo y el día era lúgubre y gris. Aquello no le daba buena espina, sabía que algo malo iba a pasar… aún así tenía que hacerlo, sentía como Mike la llamaba a gritos desde alguna parte.
El chirrido de un tiovivo la asustó. Aceleró el paso con el corazón en un puño. Miró hacia todos lados buscando un indicio por pequeño que fuera, de que Mike había estado allí. Iba andando sin mirar delante de sus pies y con los nervios tropezó con un pedrusco y calló de bruces al suelo. Cuando se recupero del golpe vio unas gotitas de sangre. Al principio pensó que le sangraba la nariz pero luego se dio cuenta de que no era suya. Siguió el pequeño rastro. Iba a trompicones, aparecía y desaparecía y siempre en mínimas cantidades. Terminó en la casa del terror. Desde luego era macabro. Holló algo extraño, como el eco lejano de un grito.

Carlos la había seguido todo el rato, tan discretamente que ella no se había percatado. Su nueva condición era verdaderamente extraordinaria, no dejaba de sorprenderle. Ángela se había percatado del rastro. Que ingenua era… le resultaba adorable que cayese en un truco tan simple. El cazador tenía a su presa bien arrinconada y ella no lo sabía siquiera. Carlos se miró la palma de la mano. Un rayita rosada la atravesaba, era el resultado del corte que se había hecho pocas horas antes. Ya casi no había rastro de el… excelente. Cuando Ángela se paró Carlos saltó para colocarse justo detrás suya.
- No deberías estar aquí, tienes clases ¿no es cierto? No te pega ser una chica mala y saltártelas.- rodeó la cintura de Ángela con los brazos y apoyó el mentón en su hombro aspirando el agradable aroma de su pelo. Siempre había deseado hacer eso.
- ¿Carlos?- aquella voz le sonaba era el amigo raro de Mike. Me has asustado…- se revolvió incomoda.
- ¿Que pasa, te disgusta?- la giró bruscamente para que se quedase frente a el. La agarró de las muñecas haciendo demasiada presión,, aún no controlaba sus fuerzas. Ángela estaba al borde del llanto.
- Déjame…- susurró. Los ojos de aquel chico le daban pavor. No eran humanos.
- Nunca te soltaré, no creas que podrás liberarte tan fácilmente.- le apartó el pelo de la oreja para susurrarle con una voz cavernosa.- ahora eres mía, me perteneces, eres mi juguete.
Le golpeó en la nuca y Ángela calló en sus brazos sin conocimiento. Se oyeron unos pasos acercándose.
- Déjala. ¿a que te crees que estas jugando? No empeores las cosas.
- Yo se lo que me hago.
- No, tú no sabes nada. Eres solo el fruto de nuestra sabiduría… no estas maduro aún. Y no permitiré que hagas lo que te venga en gana.- sentenció con firme acento alemán.
- Como usted diga Körblger.
- Bien, dame a la chica.- Carlos se la tendió a regañadientes.- serás castigado por esto, tu misión no era asustarla y casi desnucarla.
Carlos bajó la vista y cuando tubo fuerzas para levantarla otra vez Körblger ya no estaba.

Ángela despertó sobresaltada. Parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz. Comprobó perpleja que estaba en su cuarto. ¿Había sido un sueño? No, no podía ser… aquellos ojos eras tan reales… y su ropa aun estaba algo húmeda por la débil lluvia. Desde la entrada de la casa escuchó la desesperada voz de su hermano preguntando por ella.

Laik* dijo...

Ángela se levanto de la cama, aturdida, bajó las escaleras para ir a ver a su hermano. Su hermano estaba allí, preguntando por ella, preocupado.

- Àngela! donde te habias metido? te estaba buscando para volver a casa y nadie sabia nada de ti! - dijo Jorge con un tono enfadado.
- No estoy muy segura...lo recuerdo bastante mal...- dijo ella.-
Su hermano la cogió del brazo con esmero y se la llevó para que le contase lo que habia pasado. Y así ver si sus sospechas iban bien encaminadas.







Mientras tanto, Mike continuaba allí, sentado en una silla de algun lugar que ni por asomo reconocia, con los ojos vendados y con alguna persona alrededor que tampoco sabia exactamente quien era. Estaba asustado, muy asustado.

Darkreagon dijo...

Genial!! Si se apunta alguien más a escribir en este capítulo, adelante!

Un saludo.