lunes, 15 de septiembre de 2008

Capitulo 2

Subo el capítulo 2 que habeis escrito para que podais seguir con el siguiente. Empieza hoy día 15 y finalizara dentro de dos semanas. El día 29, lunes, se cerrará y el 30, martes, se abrirá uno nuevo. Este es el último capítulo de introducción, por lo que después de este, no se podrán introducir personajes de revelancia y se ha de desarrollar la acción. Espero una mayor participación de todos, y sobretodo que disfruteis escribiendo. Podeis subir vosotros mismos una vez esteis registrados o enviarmelo a: eljacker2@hotmail.com

Jorge y Ángela salieron juntos, pero separados por sus pensamientos. En los cinco minutos largos que tardaron en llegar sólo se miraron al doblar la última esquina. No se dieron cuenta siquiera de que Carlos, levemente, los estaba siguiendo.

-Acuérdate, diez minutos y sales para casa. No te quiero más allá.
-Bueno, te haré caso si me prometes que otro día salimos los tres y, más tiempo – respondió alegre Ángela.

El bufido que soltó su hermano le hizo intuir que algo le preocupaba y desviar la mirada que se fijó, enfrente ya, en el portal de Mike. Se trataba de una construcción del desarrollismo de los 70, placa de protección oficial, cuarto de la portera y arqueología de estética pop. Conocía Jorge a la portera de anteriores visitas.

-Hola, señora Teresa. Vamos a ver a Miguel –le anunció.
-Muy bien, hijo, ¿no ha ido al instituto hoy? –se preocupó-, no lo he visto pasar cuando he abierto esta mañana.
-No, por eso vamos, a ver qué le ha pasado.
-No funciona el ascensor, tenéis que subir andando –les dijo, ya a lo lejos, con los hermanos huyendo de su acoso verbal.

Subir el primer peldaño coincidió con la mano de Carlos tomando el móvil, y antes de que desaparecieran de su vista, tras el cristal, ya sonaba su voz por el auricular.

- Que Jorge sube para casa de Mike –asaltó sin presentarse.
- …
- Porque los he seguido. Había estado preguntando por Mike en el instituto –siguió susurrando.
- …
- Me lo han dicho
- …
- Vale, espero hasta que salgan.

Mientras guardaba el teléfono en el bolsillo, Jorge hacía la segunda llamada al timbre de Mike. Un observador hubiera notado un cierto nerviosismo en Ángela. En la tercera fue más insistente, de tal forma que coincidió la llamada rasposa con un ruido de cerraduras y cadenas. A todo ello se sobrepuso el cuchicheo de una voz que exigía silencio.

La madre de Mike, que Jorge conocía de varias ocasiones en que había acompañado a su amigo a casa, abrió la puerta tratando de remedar una sonrisa que destilaba nerviosismo por los cuatro costados.

- Hola.
- Hola... Soy, soy Jorge, ¿me recuerda?
- Sí, claro, claro que te recuerdo. ¿Cómo estás?
- Muy bien.
- Yo soy Ángela, la hermana de Jorge -interrumpió la joven-. ¿No está Mike?
- Mike no está. Se ha tenido que ir con su padre. Ha surgido una urgencia y...
- ¡Pero si hablé anoche con él y no me dijo nada!
- Ha sido de repente. Se ha tenido que ir. Estará unos días fuera.

Evidentemente, la explicación no convenció a Jorge, que se quedó unos segundos mirando a la madre de Mike con aire desafiante.

- ¡Vámonos!

Cerrada la puerta, Alice, la madre de Mike, se dijo a si misa que parecía que la explicación no había convencido al amigo de su hijo.

- Tenemos complicaciones.

Alice miró al techo pensado la mejor manera de mantener a esos dos indeseables fuera de todo el lío. Estaba tan enfrascada en sus pensamientos que no oyó como se acercaban por el pasillo.

-De qué complicaciones hablas- aquel discreto acento alemán la sacó de sus ensoñaciones.

-Oh, Giselle querida, no te había oído.

-Ahórrate las petulancias Alice, ¿Qué ha pasado?

-Un compañero de clase del chico y su hermana han venido preguntando por él.- Giselle resopló cansinamente.

-Siempre hay algo entorpeciendo… bueno, me encargaré de ellos. No te preocupes. Tu asegúrate de que todo va bien ¿sí?

-Ten cuidado, sé discreta.

-Yo SIEMPRE soy discreta… y no voy a eliminarlos, no por el momento, pueden ser útiles -se puso una chaqueta de cuero que colgaba del perchero de la entrada. La abrochó con brío y sacó su lustrosa melena rubio albino del cuello de esta -y… tú eres la menos indicada para decirme como tengo que hacer las cosas. ¿he de recordarte que por tu culpa el padre del crío está muerto? Sé que lo amabas… fue muy noble por tu parte quedarte cuidando de él y formar esta tapadera.

Soltó una risotada y salió de la casa dando un portazo. Alice apretó los puños con fuerza. Odiaba a esa niñata engreída. Era joven bella y tenía poder sobre ella, pero independientemente de la rabia y envidia que ello pudiera causarle, nada le dolía tanto como que le recordasen su fatídico pasado.


Ángela llevaba todo el camino bufando por lo bajo y exponiéndole a su hermano lo mal que le parecía haberse ido de allí sin una explicación más convincente. Jorge, harto ya de oírla, propinó una fuerte patada al semáforo.

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaay!- se quejó, y comenzó a dar saltos a la pata coja.

-Si es que… hay que ser tonto.

-Quizás si no me calentaras la cabeza de esa forma… a mí tampoco me ha hecho gracia, pero que se le va a hacer, ahora le llamaré en casa, tengo el móvil sin batería.

-Más te vale.- el semáforo se puso en verde y cruzaron.

-¿Desde cuando te importa tanto lo que pase con Miguelito?

-Pues… no es que me preocupe, bueno si, pero bah, nada, déjalo.-“evidentemente desde que me saca una cabeza y se convirtió en un bellezón ¿no te fastidia?” pensó para sus adentros.

-Es imposible comprender a las mujeres, que complicadas sois.

-Será eso.

Se hizo el silencio, ninguno estaba por la labor de seguir aquella conversación. Jorge estaba seguro de no querer averiguar los verdaderos motivos de Ángela, si eran los que se había empezado a imaginar, mejor no saberlo. Por su parte, su hermana tampoco quería verse en otra encerrona como la anterior.

Cada
uno iba pensando en sus cosas, con la cabeza en otra parte, tan abstraídos del mundo como para no darse cuenta de que dos ojos azules no les quitaban la vista de encima.



Le ardían las muñecas y había perdido la noción del tiempo, no sabía desde cuándo estaba atado. Ya no sentía desesperación por tener los ojos vendados, se había acostumbrado a la oscuridad. No sabía por qué estaba allí, solo había descubierto una cosa… una simple e insignificante cosa, le había dolido, sí, pero no era grave… al menos eso parecía. Desde que fue consciente de ello se olvidó de la claridad del día. Lo habían capturado, secuestrado, o a saber qué, no lo entendía, ¿por que él?

6 comentarios:

Duna dijo...

Aun mientras pensava en la situación oió un leve susurro seguido por unos pasos que se acercaban. Ya habia supuesto que estaría en una habitación, pero como se acababa de despertar no tenia ni idea de donde estaba la puerta, ni cuán gran era la estancia.
Se removió temeroso de lo que podía pasar a continuación.
- Anda nene -oió una voz que no supo calificar de femenina o masculina: podria ser una mujer con la voz grave o un hombre con voz aflautada-. Deja de moverte i abre la boca; supongo que las tripas te habrán avisado de que es hora de comer...
Pues la verdad era que no, no lo habian hecho.
- Oiga... Que podria decirme donde estoy? -preguntó, pero ya se imaginava la respuesta.
- Por quién me has tomado? Desde luego que no te lo puedo decir. Bueno, de poder si que puedo, pero no lo voy a hacer.
- Vale, comprendo. Menuda parida pedirle a un secuestrador el sitio donde uno se encuentra, ¿no?
- Tu lo has dicho nene. Anda, comete esto. No puedo ni desvendarte los ojos ni desatarte las manos o sea que tendré que dártelo yo... ¡Cómo he de verme!
- ¿Puedo saber qué me dará?
- Adivinalo tu.
El desconocido le dió el primer bocado. Tenía una textura algo viscosa y no sabía muy bien... pero era mejor que nada. seguro que su mamà hubiese cocinado aquel plato (fuese lo que fuese) mucho mejor...
De repente se dió cuenta de sus propios pensamientos. ¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¿Dónde estaban?
____________

Ale, pk no tem keixis!! ^^
Saps, he descobert que no em cal ferme membre de blogspot... amb la conta de gmail n'hi ha prou :D
ptons!!

Darkreagon dijo...

Bien, es correcto. Todas las faltas se corregiran al final del capítulo, así que no os preocupeis. Continuad a partir de donde lo ha dejado duna.

Un saludo!

Rose dijo...

Jorge miraba distraídamente por la ventana. En toda la noche no había parado de darle vueltas al asunto: Mike. ¿Qué estaba pasando realmente? No terminaba de creerse la versión de Alice, por primera vez en años desconfiaba de ella, su aptitud le parecía sospechosa. Su compañera de al lado le dio un codazo para que volviese al mundo.
La profesora había llegado. Espera un momento… ¿la profesora? Jorge frunció el ceño, ¿y Guillermo, que había pasado con el amable profesor de filosofía? Por la clase se escucharon susurros que comentaban el buen parecer de la profesora.
- Buenos días chicos.- tenía un acento extraño, del norte.- mi nombre es Giselle y vengo a sustituir a Guillermo Fuentes. Vuestro antiguo profesor tuvo anteayer un accidente subiendo las escaleras y estará de baja por un tiempo indefinido.- hizo una pausa para escrutarlos a todos, buscando a uno especialmente.- Yo os calificaré de otra manera, será solo un examen por trimestre, y un trabajo mas los libros que escriba a continuación en la pizarra.
Se giró y apuntó rápidamente con una perfecta caligrafía; “Psicopatología de la vida cotidiana”, Freud y a continuación “Caníbales y reyes” Harris.
- Os examinaréis de estos dos libros a final de trimestre, y os aseguro que no os valdrá con leeros un resumen.- se aclaró la garganta.-Ah, se me olvidaba, quien suspenda los libros suspenderá el trimestre y quien no me entregue el trabajo no tendrá derecho a recuperación. ¿alguna pregunta?
- Pues sí. te has pasado guapa yo no voy a hacer eso, estas loca si piensas que es justo explotarnos de esa manera.-Era un chico desaliñado de la última fila. Giselle asintió y sonrió con dulzura.
- Es verdad, quizás sea muy dura para alguien sin cerebro ni aspiraciones, y por supuesto, tampoco educación, como tú. Así que te quito el peso de esta horrible clase. Venga fuera, sal por esa puerta, y no te molestes en volver a entrar. Estás suspenso por el resto del curso, ya que tomo esto como abandono de materia. Y teniendo en cuenta que con una asignatura no pasas de curso, puedes tomarte el año sabático si quieres, de todas formas vas a repetir…
El joven recogió las cosas y salió del aula dando un sonoro portazo. Todos los alumnos siguieron su recorrido con la mirada. No se oía nada, no se arriesgarían a ser los siguientes. Parecía que iba a empezar una verdadera pesadilla. Jorge tragó saliva, esa mujer apenar unos míseros años mayor que ellos, parecía realmente dura.
- ¿Alguien tiene algo que objetar?- nadie se digno siquiera a pestañear.- muy bien así me gusta, habéis pasado la prueba.- comenzó a reír.- veréis, no habrá trabajo y los libros los leeremos en clase a lo largo del curso y no habrá que hacer examen, solo comentarios de texto. Quería quitarme a los chulos de en medio.
El ambiente de la clase se descongestionó de pronto, como si hubiesen quitado un tapón y la tensión hubiese escapado. Jorge dejó escapar un suspiro ya no había de que preocuparse, aunque estaría alerta, algo en ella le ponía el bello de punta.
La clase pasó amena y algo parecido a divertida. Antes de que se diese cuenta ya estaba tocando el timbre. Quería aprovechar para hablar con Carlos, a ver si el sabía algo de Mike, a lo mejor a el le había informado ce su repentina ausencia. En cuanto la profesora salió por la puerta se levantó y fue en busca de ese extraño muchacho.

Ángela balanceaba las piernas infantilmente adelante y atrás sentada sobre la mesa. Mordisqueaba parsimoniosamente la capucha de un boli mientras miraba por la ventana. En eso era igual que su hermano, era la forma mas fácil de distraerme mirar el paisaje. Estaba preocupada por Mike. Un año atrás quizás le hubiese dado igual su situación pero ahora no. ¿Por qué tenía que desaparecer justo cuando iba a confesarle sus sentimientos? Ya era mala suerte. Bajó de la mesa de un salto y se echó la mochila al hombro. Iba a pasar de las dos últimas horas de clase, por un día no iba a pasar nada… y estaba muy nerviosa. Ando con prisa por los pasillos y sin querer se chocó con alguien. Levantó la cabeza para encontrarse con unos feroces ojos azules que la miraban acusadora.
- Perdón.
- Tranquila, no pasa nada Ángela.
Ella asintió y siguió andando. Se paró de seco al darse cuenta que era la primera vez que veía a esa chica… y ella sabía su nombre. Se giró de golpe pero no estaba, se había esfumado como por arte de magia.
Más inquieta que antes echó a correr, iba a encontrar alguna pista, aunque le fuese la vida en ello.

Carlos vio a Ángela correr y salir del instituto. Estaba en el terrado esperando a que eso ocurriese, todo marchaba según lo planeado. Ya solo quedaba uno… y caería pronto, detrás suya iba la mejor del equipo. Dio un salto y se tiró al vacío. Calló grácilmente como un felino, sin un solo rasguño. Le encantaba su nueva condición, había valido la pena vender a su mejor amigo por ello. Se sentía cruel, inhumano… aunque poco ya quedaba del antiguo Carlos.
Torció la primera esquina a la derecha y siguió sigilosamente a su presa.

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espero que os guste y lo sigais pronto.

besitos andy!!! TK

Darkreagon dijo...

Realmente impresionante. Podeis continuar a partir de este punto. Gracias a todos y seguid escribendo.

Un saludo!

pulpiyos dijo...

El ayuntamiento de la ciudad había decidido desmantelar el parque de atracciones. Veinte años antes había sido un lugar de esparcimiento habitual, sobre todo en las tardes juveniles: atracciones ligeras y coloristas –con incluso algún toque psicodélico, esos años-, conciertos de ídolos en promoción, bonitas vistas sobre las calles de la urbe. Con el tiempo su uso fue en auge, pero las atracciones habían caído en una decadencia inevitable y los planes de la zona pasaban por hacer un gran parque con el objetivo de acercar más la naturaleza a la vida de los ciudadanos.

Los periódicos trataron la noticia de forma neutra y los últimos días de funcionamiento, como si una depresión general hubiera asaltado a la ciudad o como si el parque se convirtiera en maldito o en un vestigio incómodo del pasado, apenas recibió visitas. A escasas horas de su cierre, en un otoño temprano y ventoso, con la luna llena recreándolo por última vez y mientras las hojas secas se enredaban entre los tornillos de montañas rusas, norias o tiovivos, las atracciones apenas funcionaban con un visitante.

Enterrarían con el parque muchas memorias, una nube de recuerdos que se difuminó casi en segundos en lo alto de esa colina a escasos cien metros del instituto y a poco más de las calles en que vivían Jorge, Mike y Carlos y que subían casi agarrándose a las piedras.

Daniel era uno de esos jóvenes que, años atrás, había sembrado risas y vida en el parque. La casualidad había hecho que a sus casi cuarenta años fuese el vigilante de seguridad nocturno en los días previos al desguace. Esa noche, bien entrado octubre, estrenaba una chaquetilla de uniforme azul corta y con botones dorados. El aire iba a ser frío de madrugada. A la altura del tren del terror se los abrochó.

El tren del terror no era más que una vagoneta que recorría raíles y estancias oscuras mientras se iban abriendo puertas con figuras de cera, se te enredaban en la cara telarañas de hilos de terciopelo y te asaltaban golpes de aire y sonidos irreconocibles. Daniel recordó al pasar enfrente la sensación que más le horrorizaba. En un momento determinado la vagoneta había de encarar una subida y de golpe algo golpeaba la trasera con un enorme estruendo mientras se aceleraba la velocidad casi inexistente. Ahora comprendía que debía de ser una combinación de una cremallera que aceleraba y un golpe de maza. Le despertó de estos recuerdos un ruido de arañazos sobre metal y unos aullidos ahogados. Iban a ser las ratas, en dos días ya se habían hecho las dueñas de los sótanos y los parterres, parecía que oliesen el abandono.

Los aullidos se acentuaron pero Daniel ya hacía la ronda por el nivel superior de atracciones y no pudo oírlos. Mientras tanto en el sótano que se abría bajo las chapas metálicas del tren, accesible sólo desde una pequeña trampilla que formaba parte del atrezzo del recorrido, un hombre rubio y trajeado impecablemente dejaba caer su tarjeta de residente. En primavera, removida ya la tierra para un jardín oriental, lo cubrirían las raíces de un cedro. Nadie iba a ver ya más el nombre escrito: Adalbrecht Von Körblger.

Darkreagon dijo...

Es perfecto, si alguno más quiere escribir que lo haga a patir de donde lo ha dejado pulpiyos. Recordad que no teneis porque seguir exactamente la narración del personaje anterior. Podeis escribir sobre cualquier de los protagonistas. Y recordad que este es el último capítulo donde se pueden introducir personajes principales.

Un saludo.